domingo, 17 de septiembre de 2017

Revisitando Proxima b, el exoplaneta más cercano (I).

Proxima b está cerca, muy cerca. Tan cerca está, que no parece descabellada la posibilidad de navegar rumbo al planeta, viajar en un velero de luz que despliegue sus velas, impulsado por un potente haz de energía dirigida.

Sin embargo, antes que nada, serán necesarias unas buenas Cartas de Navegación. Dicho de otra manera, para realizar el viaje primero será necesario saber bien qué hay allí:

¿Qué sabemos realmente de Proxima b, el destino de nuestro viaje?

Sabemos que Proxima b es un planeta alucinante ubicado en la zona de habitabilidad de la estrella más cercana, a sólo 4,24 años luz. Su originalidad y sus excepcionales condiciones de observación prometen cambiar nuestra visión de la habitabilidad y la Vida en el Universo.

Proxima Centauri vista por el telescopio espacial Hubbñe- (Fuente:NASA)

La detección del planeta Proxima b es sólida.

Tras muchos meses de rumores, el anuncio inicial (Anglada Escudé, agosto 2016) del nuevo planeta en Proxima Centauri estuvo basado en una trabajo realmente concienzudo. No era, ni mucho menos, una detección endeble. Desde entonces se ha dado a conocer (Damasso y Del Sordo, diciembre de 2016) una estimación de los parámetros del planeta por métodos distintos (un proceso gaussiano, pero partiendo de los mismos datos) que aporta mayor robustez si cabe a la detección inicial del planeta en una órbita de 11,186 días.

Es bastante seguro. Allí hay un planeta.

Posibles compañeros. Buscando a Proxima c.

En 2017 ha arrancado el nuevo proyecto Red Dots que está obteniendo más datos para permitir refinar los parámetros de Proxima b. Los nuevos datos parecen confirmar más que razonablemente la detección realizada.

Además, se podrá verificar qué hay de real en los indicios sobre posibles planetas adicionales. Tuomi, un componente del equipo Red Dots mostraba datos de 2016 que aportan intuiciones sobre un posible compañero adicional (Proxima c), una supertierra de más de 3,3 Mt y un periodo orbital de unos 215 días.

Los primeros datos facilitados en 2017 (DR2 y DR3) no son concluyentes, y además de la antigua señal en torno a 200 días aparecen otras posibles señales. Puede ser debido a que la señal esté contaminada por la actividad estelar o que se necesiten más datos todavía.
Pensemos que un planeta con un periodo orbital tan largo necesita más tiempo de observación. En unos meses se puede determinar una órbita de 11,2 días, porque en unos meses se producen muchas órbitas. Una órbita de unos 200 días necesita un periodo de observación mucho más prolongado.

El periodo de observación del proyecto Red Dots termina a finales de septiembre y para entonces podría haberse confirmado firmemente la presencia de Proxima b. Sin embargo, para seguir investigando Proxima c pueden ser necesarios más años de datos.

El periodograma es la herramienta básica del análisis de datos de velocidad radial. Muestra, en función del periodo de la órbita del planeta, la potencia de la señal. El pico tan intenso en 11,2 días (izquierda) es Proxima b. A la derecha aparece un confuso "bosque de líneas" de dudosa interpretación. ¿Es Proxima c? (Fuente: Red Dots. DR3)

La Composición de Proxima b. ¿Mundo Océano o Planeta Terrestre?

La composición del planeta es un tema sobre el que se dispone de mucha menos información. Apenas se conoce una acotación inferior de la masa en 1,27 masas terrestres, siendo el radio y la densidad del planeta totalmente desconocidos. El tema es objeto de debate y es que esta información tan escasa no ha impedido que los científicos especulen sobre cómo podría ser este planeta.

No había transcurrido un mes desde el anuncio de la detección del planeta, cuando Coleman planteaba varios escenarios aobre el origen y la formación de Proxima b. En algunos de ellos el planeta estaba formado “in situ” por acreción dando lugar a un planeta marcadamente terrestre; en otros escenarios eran objetos migrados desde la zona de los hielos y, por tanto, ricos en volátiles, incluyendo agua, que daban lugar a mundos océano. Había dos alternativas: Un planeta rocoso o un mundo cubierto por océanos.

En 2016, Alibert y Benz plantearon que, en general, los planetas formados en estrellas de muy baja masa, como TRAPPIST-1 y Proxima Centauri, posíblemente llevaban asociados discos protoplanetarios pequeños, en los que los planetas secos, formados “in situ”, no deberían ser muy grandes, normalmente con menos de 1 masa terrestre. Por su parte, aunque no era una regla exacta, los planetas migrados necesitaban algo de masa para realizar su migración, además que durante la migración acretaban planetesimales y en sus simulaciones solían tener más de 1 masa terrestre. En general, se producía una suerte de concentración de los radios en torno a 1-1,5 radios terrestres. El modelo apuntaba a la posibilidad de que Proxima b, un planeta relativamente grande para la pequeña estrella Proxima Centauri, fuera rico en agua.

Así podría ser Proxima b si fuera un mundo océano, completamente cubierto por agua. (Fuente: Steve Bowers.)

Recentemente ha aparecido un estudio contrario, que defiende una visión de Proxima b rocosa y terrestre. Está basado en simulaciones de Monte Carlo. La clave del artículo está en que el modelo considera que un planeta de más de 1,5 Radios terrestres (Leslie Rogers, 2014) no es rocoso. Este umbral, obtenido del análisis de planetas infernales, muy cercanos a su estrella, y abrasados por su calor, quizá no sea muy aplicable a Proxima. Es conocido además que hay estimaciones posteriores (Cheng y Kipping, 2016) que arrojan umbrales de transición rocoso-volátil más reducidos, de 1,2 radios terrestres que podrían haber aportado resultados muy diferentes.

El tiempo dirá quién tiene razón. Yo sigo con mi corazonada de que Proxima b es un mundo océano, rico en agua. Ojo, que mucho agua no quiere decir más habitable, puede ser todo los contrario.

Sigamos atentos.

Proxima b bien podría ser un mundo rocoso como la Tierra. (Fuente: ESO. Crédito: M-. Kommesser.)

Comentarios sobre la última liberación de datos (en español) de Proxima Centauri en la búsqueda de planetas de la estrella.

La página del equipo Red Dots, que sigue estudiando la estrella.

2014. Leslie Rogers plantea que la mayoría de los planetas con más de 1,6 radios terrestres no son rocosos. La muestra del estudio son mayoritariamente planetas detectados por Kepler. La mayoría de sus estrellas son muy diferentes de Proxima Centauri, una estrella mucho más pequeña.

2016. Chen y Kipping estudian la relación Masa-Radio utilizando una muestra muy amplia que abarca desde pequeñas lunas del Sistema Solar hasta cuerpos que queman hidrógeno. El resultado es algo distinto, con un umbral de 1,2 R⊕ o 2M⊕.

Mis comentarios sobre la relación masa-radio.

2016. La detección de Proxima b por el equipo Pale Red Dot.

2016. Coleman analiza el origen de Proxima b partiendo de 4 escenarios de formación del sistema planetario.

2016. Brugger. Estudio sobre el posible radio de Proxima b. Asume una estructura rocosa para el planeta.

2016. Alibert, y sus interesantes simulaciones que parecen apuntar a un planeta cubierto de océanos.

El comentario que realicé en su momento sobre el interesante artículo de Alibert.

2016. Damasso y Del Sordo confirman parcialmente la existencia de planeta.

Mis comentarios sobre el artículo de Damasso y Del Sordo.

2017. Bixel y Apai aportan una simulación de Monte Carlo para estimar la composición de Proxima b.

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